
El elefante entero.
Para: A todos.
Hace tiempo comentaba con mis amigos, el significado maravilloso y enorme que tiene la palabra "individual" y tan es así que muchas veces resulta difícil comprenderla, porque la mayoría de las personas siente el deseo de posesión y olvida o anula esta palabra, consiente o inconsientemente.
Individual= individuo= persona= UNO.
Cuando nacemos dependemos eventualmente de nuestra madre o de quien nos
cuida, pero a medida de que crecemos, crece nuestra individualidad, entonces
todo lo que concierne a nuestra vida solo es posible si lo hacemos nosotros
mismos, cuando llegamos a ser dependientes o codependientes, entonces la
individualidad deja de serlo y por consiguiente no somos capaces de
reaccionar solos.
Cuando decidimos vivir en pareja "matrimonio", alguna de las partes piensan
en condicionar al otro o mejor aún posesionarse de el, sin pensar que el
vivir juntos solo es compartir, disfrutar la compañía, la comunión de dos
seres que pueden amarse y estar juntos para ayudarse o compartir actividades
y gustos, además de organizar y cuidar una familia que de a poco los hijos
también serán independientes.
Sin embargo se cae en el error de tratar de manejar a nuestra pareja y hacer
que haga o deje de hacer cosas para nuestros intereses, entonces sufrimos
tratando de luchar contra la corriente o bien aceptando para después
arrepentirnos cuando deseamos volver a ser independientes, por eso antes de
querer poseer algo o a alguien debemos pensar y analizar la individualidad,
es complicada cuando nos reusamos a aceptarla, pero es sencilla cuando nos
aceptamos tal cual somos y por ende aceptamos a los demás como son.
Cada persona es UNO, disfrutemos la unidad que somos, y la unidad de los
demás sin cambios.
Por eso hoy les comparto esta reflexión que de alguna manera amplía la mía. saludos... Lety.
EL ELEFANTE ENTERO
En todos los juicios que yo hago sobre ti, hay un juicio sobre mí mismo... Y
ambos son igualmente ciertos o falsos.
Mientras piense que yo estoy en posesión de la verdad y tú no lo estás,
crearé separación, desigualdad y estableceré las bases para que el
sufrimiento se instale en mi vida. Lo mismo ocurre si pienso que tú posees
la verdad y yo no.
La realidad es que ambos poseemos una parte de la verdad y una parte de
ilusión. Los dos miramos al mismo elefante, pero tú ves la cola y yo veo el
tronco. Cuando se mira por separado, la cola y el tronco parecen que no
tienen nada en común. Sólo cuando se ve la totalidad del elefante es cuando
la cola y el tronco unidos, cobran sentido.
No importa cuanto me esfuerce, me es imposible ver el significado de tu
parte. La cola no comprende ni el porqué, ni la razón del tronco. La única
forma en la que admitiré tu experiencia es aceptarla como cierta, de la
misma manera que acepto la mia como tal. Debo dar la misma credibilidad a
tus percepciones que a las mías. Hasta que no establezcamos esta igualdad,
la semilla del conflicto permanecerá entre nosotros.
No es necesario que diga que tú tienes razón y que yo estoy equivocado. No
necesito reemplazar mi verdad por la tuya, o vivir mi vida según tus
premisas. Ni tampoco es preciso que diga que tú estás equivocado y que
insista en que debes vivir tu vida según mis condiciones.
Estas exigencias provienen de la inseguridad y de la falsa creencia de que,
para amarnos los unos a los otros, debemos estar de acuerdo. No es cierto.
Para amarte debo aceptarte tal y como eres. Es lo único que debo hacer.
ìPero eso es mucho! Aceptarte a ti tal y como eres, es una proposición tan
profunda, como aceptarme a mí mismo tal y como soy. Es una tarea formidable,
dada mi poca experiencia en este campo.
Permitir que tengas tu experiencia es el principio.
Aprendo a respetar lo que piensas y sientes incluso cuando no me gusta o no
estoy de acuerdo con ello.
Incluso aunque me disguste.
En lugar de hacerte responsable del dolor que siento en relación a ti,
aprendo a enfrentarme a mi propio dolor. Mi reacción a tu experiencia
-positiva o negativa- me proporciona información sobre mí mismo.
El compromiso conmigo mismo y contigo es trabajar con mi propio dolor, no
responsabilizarte a ti de él.
Sólo cuando te devuelva el don de tu propia experiencia, sin imponerte mis
propios pensamientos y sentimientos sobre ella, te amaré sin condiciones.
Cuando acepte tu experiencia tal cual es, sin sentir la necesidad de
cambiarla, te respetaré y te trataté como a un ser espiritual.
Mis pensamientos y sentimientos tienen importancia en sí mismos, pero no
como comentarios o acusaciones a tu experiencia. Al comunicar lo que pienso
o siento sin hacerte responsable de mis pensamientos y sentimientos, acepto
mi propia experiencia y permito que tú tengas la tuya.
En las relaciones, al igual que en la conciencia, las dos caras de la moneda
deben ser aceptadas como iguales. Una persona no superará el conflicto hasta
que la experiencia de ambas haya sido respetada.
La cuestión no es nunca el acuerdo, aunque lo parezca. La cuestión es:
¿Somos capaces de respetar nuestra experiencia mutuamente?
Cuando sentimos que la otra persona nos acepta tal y como somos, tenemos la
motivación para adaptarnos el uno al otro. Adaptarse es hacerle al otro un
lugar junto a nosotros; es no imponerse ni que se nos impongan.
Una vez que se llega a la adaptación, ambas partes moran juntas. El hombre y
la mujer, el blanco con el negro, el rico con el pobre, los judios con los
cristianos. Aceptar nuestras diferencias es honrar la humanidad que tenemos
en común, es bendecir mutua y profundamente la experiencia que compartimos.
De modo que la cola y el tronco discutirán hasta ponerse morados y ninguno
de los dos ganará la discusión. Ambas experiencias son igualmente válidas.
Al permitir que esto sea posible, el elefante empieza a cobrar forma.
Al aceptar la validez de tu experiencia sin intentar cambiarla, sin intentar
que sea algo más parecida a la mía, mi propia experiencia empezará a
adquirir un mayor significado. Cuando te contemplo como a un igual y no como
a alguien que precisa ser educado, reformado o determinado, el significado
de nuestra relación se revela por sí mismo. Cuando se le da la bienvenida a
cada parte, el todo empieza a tomar forma y resulta más fácil comprender y
apreciar el significado de las partes.
Un mundo que pretende conseguir un acuerdo, encontrará conflicto y
sectarismo. Un mundo que proporciona un espacio seguro a la diversidad,
encontrará la unidad esencial para convertirse en entero.
Frente a los opuestos tenemos dos opciones: resistirlos o abrazarlos. Si los
resistimos, provocaremos un conflicto entre el yo y el otro. Si los
aceptamos, los integraremos como agentes dinámicos y originaremos una
transformación alquímica en el interior del yo.
"Oración de Gestal"
Yo soy Yo,
Tú eres Tú,
Yo hago lo mío,
Tu haces lo tuyo.
Yo no vine a este mundo a cumplir tus expectativas.
Tú no viniste a este mundo a cumplir mis expectativas.
Sí coincidimos, ìqué hermoso!
Pero si no, no hay nada que hacer
Porque Yo soy Yo, y Tú eres Tú.
Del libro El Despertar - Raul Ferrini
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