Alfonsina y el mar.
(Félix Luna y Ariel Ramirez.)
Por la blanda arena que lame el mar
tu pequeña huella no vuelve más,
un sendero sólo de pena y silencio llegó
hasta el agua profunda.
Un sendero sólo de penas mudas llegó
hasta la espuma.
Sabe Dios qué angustia te acompañó,
qué dolores viejos calló tu voz,
para recostarte arrullada en el canto de las
caracolas marinas.
Te vas, Alfonsina, con tu soledad.
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Y una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma, y la está llevando,
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar.
Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral,
y fosforescentes caballos marinos harán
una ronda a tu lado,
y los habitantes del agua van a jugar
pronto a tu lado.
Bájame la lámpara un poco más,
déjame que duerma, nodriza, en paz,
y si llama él no le digas que estoy, dile que
Alfonsina no vuelve.
Y si llama él no le digas nunca que estoy,
di que me he ido.
Te vas, Alfonsina...