La culpa es de uno.
(Mario Benedetti.)

Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo previsto,
ah, pero mi tristeza sólo tuvo un sentido,
todas mis intuiciones se asomaron para verme sufrir
y por cierto me vieron.

Hasta aquí había hecho y rehecho mis trayectos contigo,
hasta aquí había apostado a inventar la verdad,
pero vos encontraste la manera,
una manera tierna
y a la vez implacable,
de desahuciar mi amor.

Con un sólo pronóstico lo quitaste de los suburbios de tu vida posible,
lo envolviste en nostalgias,
lo cargaste por cuadras y cuadras,
y despacito sin que el aire nocturno lo advirtiera,
ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte que no es mucha.

Creo que tenés razón,
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos ni del tiempo.

Hace mucho, muchísimo,
que yo no me enfrentaba como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno.

Ahora estoy solo,
francamente solo,
siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado.

Antes de regresar a mis lóbregos cuarteles de invierno,
con los ojos bien secos por si acaso,
miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.