Lo siento.
Para: mi hija Reyna.

Nadie nacemos sabiendo ser padres, los que amamos a nuestros hijos, buscamos ser lo mejor en ellos y nos damos a la tarea tratando de darles una vida bien, con alegría y que sean felices, pero cuando crecen o crecemos, la tarea es más difícil y nos encontramos quizás con diferencias que entre jalones y estirones buscamos sigan un mejor camino. Lo más importante de todo esto, es que habiendo amor y cariño, siempre habrán buenos resultados.

Les quiero contar que en Navidad (2008) mi hija llegó con un regalo muy especial, las diferencias entre ella y yo, han estado desapareciendo desde que volvió a mi vida, y ahora que es madre y que ha mirado las cosas distintas, con mi nieto (que es un niño maravilloso y bueno), la nobleza ha poblado su corazón, ésta Navidad nos hemos abrazado con más amor que antes, porque ahora me ha mirado desde su interior y yo desde el mío, y doy gracias a Dios porque está otra vez en mi vida.
A esto quiero agregar, que no importa que no sepamos ser padres, lo importante es el amor, porque este nos guía, nos protege, nos alumbra, nos llena, nos alimenta.
Y aunque el regalo de mi hija me lo dedicó ella a mí, hoy quiero compartirlo con todos, porque quiero decirles, que amo a mis hijos porque son mi tesoro, porque son parte de mi, porque no importa las desavenencias, los malos entendidos, o cualquier cosa que se interponga, si existe amor todo vuelve a la alegría, y aqui estamos juntos.

Gracias Reyna hija, te amo, y te recuerdo aquella tarde que me invitaste al restaurant a comer, tu con miedo de mi reacción, yo con miedo de no saber qué, pero al verte con tu embarazo, mis ojos y mi ser temblaron llena de amor, lo mismo ví en ti, y así estamos hoy.

Mi regalo ha sido ésta canción, aquí está la letra, pero si la quieren escuchar, la he puesto en el botón de favoritos, sección videos. Gracias por leerme.... Lety ave.

Lo Siento (Laura Pausini)

Mamá, he soñado que llamabas a mi puerta
un poco tensa y con la gafas empañadas,
querías verme bien y fue la vez primera,
sentía que sabías como te añoraba.
Y me abrazaste mientras te maravillabas
de que aguantara triste y casi sin aliento,
hace ya tanto que no estamos abrazadas
y en el silencio me dijiste...¡lo siento!.

Pero ha bastado un ruido para despertarme,
para llorar y para hacer que regresara
a aquellos días que de niña me cuidabas
donde en verano cielo y playa se juntaban.
Mientras con mi muñeca vieja te escuchaba
los cuentos que tú cada noche me contabas
y cuando más pequeña tú me acurrucabas
y adormecida en tu regazo yo soñaba.

Pero a los dieciséis sentí como cambiaba,
y como soy realmente ahora me veía,
y me sentí tan sola y tan desesperada
porque yo no era ya la hija que quería.
Y fue el final así de nuestra confianza
de las pequeñas charlas que ayudaban tanto,
yo me escondí tras una gélida impaciencia,
y tú deseaste el hijo que se te ha negado.
Y me pasaba el día sin volver a casa,
no soportaba tus sermones para nada,
y comencé a volverme yo también celosa,
porque eras casi inalcanzable, tan hermosa.
Y abandoné mi sueño a falta de equipaje,
mi corazón al mar tiré en una vasija,
perdí hasta la memoria por falta de coraje,
porque me avergonzaba tanto ser tu hija.

No, no, no, no, no.

Mas no llamaste tú a mi puerta,
inútilmente tuve un sueño que no puede realizarse,
mi pensamiento está tan lleno del presente
que mi orgullo no me deja perdonarme.
Mas si llamases a mi puerta en otro sueño,
no lograría pronunciar una palabra,
me mirarías con tu gesto tan severo
y yo me sentiría cada vez mas sola.

Por eso estoy en esta carta tan confusa,
para contar algo de paz en lo que pienso,
no para reclamarte ni pedirte excusas,
es solo para decirte, mama...¡lo siento!.
Y no es verdad que yo me sienta avergonzada,
son nuestra almas tan igual, tan parecidas
esperaré pacientemente aquí sentada,
te quiero tanto mama...escríbeme...tu hija.

Derechos Reservados 1993-2024 © Letyalegria®