Piedra.

La luz de la alborada sacudió mis manos,
Y temblorosa comencé a escribir tus versos;
Temblaba y sollozaba, aferrada a tus suspiros y palabras,
Y sin que el cansancio me agobiara..

Te amé como a una piedra preciosa;
Pero, ¿acaso fuiste eso, una piedra?
Que rodó a mis pies y quise atesorar
Como preciosa; pero, incontrolable te estremecías
En mis manos, a veces permaneciendo feliz en mi calor,
Y otras veces deseabas seguir rodando...

Derechos Reservados 1993-2024 © Letyalegria®